La Inteligencia Artificial ya compite con el cerebro en igualdad de condiciones
El sorpasso de la IA a la inteligencia humana
Se prevé que la capacidad de cálculo de los ordenadores de consumo alcanzará la del cerebro entre 2025 y 2030 (R. Kurzweil, 2004, La Singularidad está Cerca). Desarrollé esta idea en un artículo anterior: Capacidad de cálculo de los ordenadores: ¿un cerebro humano?
Alcanzar el ritmo de cálculo del cerebro a nivel neuronal no significa igualar la inteligencia humana. De hecho no ocurrirá el sorpasso hasta el final de esta década.
A lo que se sí refiere es a que las máquinas resuelvan problemas humanos que requieren millones de operaciones por segundo, y que con algoritmos más eficientes se pueden completar con muchas menos operaciones de las que realiza el cerebro.
Capacidad de cálculo y problemas matemáticos
Esta habilidad no implica por tanto hacer más cálculos por segundo que el cerebro humano a nivel neuronal, sino exclusivamente resolver problemas numéricos de forma más eficiente. No se trata tanto de cálculo masivo como de algoritmos eficientes, como son las redes neuronales que, por cierto, no funcionan igual que las conexiones neuronales del cerebro por más que puedan parecer equivalentes.
Tenemos un famoso ejemplo ya resuelto hace décadas con un algoritmo específico. En el año 1997, Deep Blue- una supercomputadora creada por IBM- fue capaz de vencer en el juego del ajedrez al entonces campeón del mundo, Gary Kaspárov. A día de hoy, un programa de ajedrez corriendo en un portátil de consumo es capaz de derrotar a jugadores de primera línea.
Si quieres comprender desde un punto de vista técnico la diferencia entre capacidad de cálculo de cerebro y máquina, te invito a leer el artículo que mencioné al principio: Capacidad de cálculo de los ordenadores: ¿un cerebro humano?
Hay otras muchas facetas de la inteligencia humana en que las máquinas todavía no nos superan. Por ejemplo, en la capacidad de razonamiento abstracto: la creación pura no basada directamente en el aprendizaje (caso del arte), o sentir emociones, las cuales nos permite tomar decisiones sin necesidad de evaluar la infinidad de posibilidades desde una perspectiva de análisis puramente lógica para llegar a la solución exacta.
Veamos varios ejemplos- progresivamente más complejos- de capacidades de máquina frente a cerebro:
La creación de ciudades inteligentes, donde la capacidad de las máquinas superará a la inteligencia humana desde el punto de vista tanto de su diseño como de su mejora incremental.
La identificación de personas, donde las máquinas ya han igualado al rendimiento humano, pero sin llegar a una capacidad generalizada de resolución de problemas basados en reconocimiento de patrones.
La toma de decisiones vitales, que van a marcar los eventos futuros en la vida de las personas, y que están muy influidas por las emociones humanas. Aquí el cerebro está a años luz de las máquinas, aunque tampoco está claro que esté entre los objetivos del desarrollo de una IA general.
Un nuevo modelo de ciudad inteligente
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Alcanzadas por las máquinas las características referidas al principio del artículo, algoritmos eficientes y número de calculos por segundo igual o superior al cerebro, éstas serán capaces de llevar a cabo rápidamente creaciones para las que la inteligencia humana necesitaría décadas.
Por ejemplo, el desarrollo de un nuevo modelo de ciudad donde se ha eliminado la contaminación, el tráfico y la pobreza en la calles, donde las personas realizan tareas completas con un gesto ante un dispositivo, y donde los ciudadanos se relacionan en espacios muchos más abiertos y agradables. Algo que resuelve de forma definitiva los aspectos negativos de nuestras ciudades actuales.
Claro que surgirán otros problemas prácticos y situaciones conflictivas no existentes a día de hoy. Pero de igual forma la IA será capaz de plantear y desarrollar solución en muy poco tiempo comparado con la velocidad del progreso exclusivamente humano. Este ejemplo corresponde a lo que se se conoce como aceleración tecnológica, algo que Ray Kurzweil explica con maestría en su best seller de 2004, La Singularidad está Cerca.
Veamos ahora el ejemplo de la igualación de capacidades en un problema concreto onmipresente en la vida diaria.
El problema de la identificación de personas
Una de las tareas que todavía el cerebro hace mejor que las máquinas es el reconocimiento de patrones en todo tipo de problemas y situaciones. Aun así ya tenemos ejemplos concretos de igualación de capacidades: la identificación de personas en fotografías. Lo que le falta a la IA es generalizar esta capacidad a cualquier problema de reconocimiento de patrones.
Así, existen muchos problemas de la citada naturaleza en que los humanos seguimos muy por delante. Por ejemplo los que tienen que ver con nuestro mundo afectivo. Yo soy capaz de interpretar si voy a conectar con una persona que acabo de conocer con unas pocas conversaciones iniciales. Aquí entran en juego una amalgama de problemas de reconocimiento de patrones: lenguaje verbal, profundidad de sus ideas, potencial conexión afectiva, etc. Todavía demasiada carga multi-algorítmica para una IA.
Pongamos también un botón de muestra del caso contrario, resolver problemas de reconocimiento de patrones en los que las máquinas son mejores. Por ejemplo la manipulación masiva de datos, Big Data, que ha dado lugar- entre otras muchas aplicaciones- a los sistemas de recomendación de las plataformas que conocen perfectamente nuestros gustos: Netflix, Amazon, Instagram… ¿Quién tendría la capaz de conocer las preferencias individuales de millones de personas?
Y vamos por fin con el problema en que el cerebro supera claramente a las máquinas, y que éstas todavía no se plantean resolver, ni siquiera de forma primitiva.
El árbol de decisiones vitales
Hablábamos al principio de una capacidad superior de los humanos: la toma de decisiones basada en el razonamiento lógico y la emociones. De esto último carecen las máquinas, al menos de momento.
Cuando tienes que decidir en qué quieres trabajar y qué carrera quieres estudiar, o las consecuencias en tu futuro al tomar la decisión de elegir pareja, es imposible evaluar las sucesivos eventos vitales que ocurrirán a partir de entonces.
Así, si me enamoro de una persona y decido compartir mi vida con ella, pueden ocurrir dos cosas. La primera es que después de un tiempo ella no cubra mis necesidades afectivas (algo que es contrario a la hipótesis que consideré a la hora de tomar la decisión de elegirla). La segunda es que un futuro más o menos cercano puedo finalmente confirmar que es el amor de mi vida, y por tanto se ha cumplido la hipótesis sobre las que basé mi decisión. Y si éste fuese el caso, a partir de aquí se abren dos posibilidades: que tenga o no tenga hijos con ella. Mi vida seguirá un camino muy diferente en cada caso.
Respecto a la primera posibilidad- que no cubra mis necesidades afectivas-, el descubrimiento puede ser mutuo o no. En el momento de esta constatación puedo decidir separarme de ella, o ella separarse de mí. Aparece una nueva bifurcación, y los acontecimiento vitales que me ocurran a partir de entonces pueden ser muy diferentes de dependiendo de quién tome la necesidad de separarse.
El árbol de acontecimientos se abre hasta el infinito sobre la base de las decisiones que voy tomando, y obviamente es imposible evaluar todas las posibilidades antes de tomar la decisión inicial: compartir mi vida con ella o no.
Tampoco una IA sería capaz de proporcionarme la solución a este problema vital, porque su capacidad de cálculo se basa en la fuerza bruta, y por más que evalúe de forma masiva los posibles resultados ante decisiones encadenadas, no podrá recorrer todas las ramas de un árbol que se abre hasta el infinito hasta el final de mi vida.
Por eso son tan importantes las emociones humanas, porque nos permiten evaluar de forma probabilística las consecuencias a largo plazo dada una decisión inicial. Soy capaz de visualizar cómo va a ser, o quiero que se nuestra vida en común hasta la vejez, y ello lo baso en mis sensaciones afectivas. Visualizar el futuro es una de las formas de aumentar las probabilidades de que así ocurra.
Una vez en ello, si el amor que siento por ella permanece durante un tiempo relativamente largo, estoy confirmando que decidir compartir mi vida con ella fuela mejor decisión, conclusión a la que es imposible llegar evaluando las infinitas ramas del árbol de acontecimientos, que es como lo tendría que hacer una máquina.
En cualquier caso, los humanos no esperamos que la IA nos dé la solución a este problema u otros problemas vitales. Esperamos algo muy diferente: que aumente nuestro bienestar y felicidad desde un punto de vista materialista. Por tanto, la pregunta que sigue es la realmente relevante.
¿Es posible la creación de una IA a corto plazo?
Mi visión personal es que la IA superará a la inteligencia humana en cada vez más facetas, y llegará un momento en que éstas se superpongan, de forma que emergerá una entidad máquina autónoma y con capacidad de resolver un amplio abanico de problemas que a día de hoy es exclusivo de los humanos. Esta visión la desarrollo en la parte final de este artículo que te invito a leer.