Sueños y Pesadillas de la Inteligencia Artificial
El Ser Humano frente a sus Demonios y Esperanzas
En un artículo anterior nos asomamos a la ventana de realidad donde descubrimos que la capacidad de las máquinas está ya relativamente cerca de la de los humanos.
Gracias a la IA podemos relacionarnos con gente con gustos afines a los nuestros a través de las redes sociales, personas que son identificadas por algoritmos de IA y con las que la aplicación nos ofrece conectar. Con la compra online, llegamos a identificar rápidamente el producto que buscamos gracias a la selección que hace la aplicación sobre la base de las palabras que ponemos en el buscador y nuestros gustos personales.
Estos aspectos prácticos que inciden en el bienestar humano, solemos ponerlos al frente de un futuro donde la IA pasa de estar a nuestro servicio, a ocurrir lo contrario, la dominación de los humanos por las máquinas.
Es mi interés con esta publicación, impulsar el cambio cultural y psicológico que vamos a transitar en la evolución de vértigo que están transformando el mundo. Si quieres participar y prepararte para un futuro que no podemos ni imaginar, sigue los artículos que publico regularmente en “Detrás del Muro por Bernardo R. Japón”.
Desde que la Inteligencia Artificial (IA) irrumpió en nuestro mundo allá por la década de 1950, hay un planteamiento recurrente en las películas de ciencia-ficción. Muchas de éstas nos transmiten una visión distópica del futuro, donde se ponen de relieve los aspectos negativos de la IA: seres humanos esclavizados por las máquinas (Matrix, 1999), ejércitos de robots que luchan contra los humanos (Yo, robot, 2004), también personas que se enamoran de entidades virtuales y no son capaces de seguir el ritmo que les imponen, lo cual hace que terminan por perder el interés en el humano dejando a éste con el corazón roto (Her, 2013).
El Lado Oscuro de la Fuerza
Esta distopía recurrente despierta nuestro miedo hacia la IA. Sin embargo, no hace otra cosa que reflejar características paralelas de nuestra sociedad anteriores a la llegada de la IA.
Si nos referimos a la esclavitud por parte de las máquinas, tenemos el paralelismo con la domesticación de los animales, llevada a cabo por los humanos desde hace siglos. Esta ha consistido en producir- por selección artificial- especies completamente dóciles que están a nuestro servicio. Por ejemplo realizar las labores más duras en el campo, servir de alimento, dar compañía, participar en competiciones deportivas, etc.
Si nos referimos a los ejércitos indestructibles de robots que exterminan a la humanidad, ocurre lo mismo con los países colonizadores entre los siglos XVI y XIX. El imperio español, el británico, el francés, eran tecnológicamente superiores a las poblaciones de los países a los que llegaron. Sometieron a sus habitantes de varias formas: en el mejor de los casos les obligaron a la asimilación de la cultura invasora, y en el peor, fueron arrastrados a la esclavitud, e incluso sufrieron el exterminio.
Siguiendo la historia hasta el siglo XXI, llegamos hasta las potencias militares actuales, cuya capacidad tecnológica puede enfrentar una guerra total con misiles de largo alcance, armas nucleares o químicas y, más recientemente, drones que realizan ataques quirúrgicos contra instalaciones enemigas. Este último aspecto en particular, no deja de ser una evidencia del impacto de la Robótica y la IA en la tecnología de los ejércitos, donde los humanos ya no se exponen en el campo de batalla y ceden ese lugar a las máquinas.
Nuestros mayores logros como sociedad reflejan también nuestro más profundo temor: que llegue una especie superior y desbanque al ser humano de la cúspide de la evolución, e incluso lo conduzca hacia su exterminio.
Una visión apocalíptica
El lado siniestro de la IA es algo que está grabado en nuestro subconsciente colectivo. Gran parte de las películas de ciencia-ficción se hacen eco de ello. Tomemos el ejemplo de la película Matrix (1999), que supuso una disrupción en el séptimo arte tanto por la trama como por los efectos especiales en las escenas de acción. En su escenas alternan secuencias a velocidad lenta y normal, como cuando una bala es disparada o cuando los personajes ejecutan movimientos coreográficos de ataque basados en las artes marciales, lo cual fue un avance posible gracias al empleo de potentes ordenadores y programas de diseño gráfico.
Pero vamos a la trama, que es la que tiene una relación directa con la IA. En un mundo dominado por las máquinas, los seres humanos son la fuente de energía de la que se nutren. Cada individuo vive encerrado en una especie de útero, y es conectado al sistema mediante un cable enchufado a su cerebro. Este cable, a través del cual se inyecta software, induce el cerebro sensaciones reales de estar viviendo en nuestro mundo real rodeado de gente normal. Es decir, su cerebro experimenta una realidad que no es más que una simulación por ordenador. Para él todo está en orden y el entorno en el que vive es perfectamente coherente, no tiene idea de que está dentro de un mundo virtual.
Da miedo, ¿verdad? Llevando este hilo a nuestra situación actual como sociedad, sería razonable pensar que la IA es mala porque va a dominar el mundo y nos va a esclavizar.
Igualmente hemos desarrollado el miedo a la Biotecnología, porque creemos que tiene la capacidad potencial de crear virus mortíferos y propagarlo entre los humanos.
¿Son la IA o la Biotecnología malas en sí mismas? Pues depende del uso que se le dé, como ocurre con cualquier tecnología. Y vamos a intentar responder a la pregunta en lo que queda de artículo.
El Lado Luminoso de la Fuerza
Entrando brevemente en el campo de la Biotecnología expliquemos que, gracias a ella, las parejas con problemas reproductivos pueden concebir hijos biológicos desde hace varias décadas. O el caso de terapias génicas que sirven para combatir el cáncer, enfermedad que ha pasado a ser tratable, y ya no es considerada sinónimo de muerte.
Bajo la visión futurista del mundo, robots con características humanoides han superado a los humanos y son reparables aunque cualquier tipo de daño, incluso los catastróficos. Basta con sustituir las partes defectuosas, cablearlas de nuevo, y el robot vuelve a estar operativo, el equivalente de volver a la vida. Este razonamiento de ciencia-ficción comparte muchas característica con la tecnología que conocemos como Biónica, cuyo objetivo es sustituir módulos (órganos) del organismo humano, a medida que se deterioran o dejan de funcionar.
Lo mismo que hacemos proyecciones del Lado Oscuro de la IA, también ella alimenta las más profundas aspiraciones del ser humano, entre las que la más deseada es la de vencer a la muerte, el sueño de la inmortalidad.
La traslación al campo de la vida biológica de las ideas mencionadas sobre el objetivo de la Biónica, nos lleva a la realidad ya palpable del trasplante de órganos, la medicina regenerativa o las terapias génicas, que persiguen de forma velada el sueño de la inmortalidad. Profundizaremos en ello en un artículo dedicado, revelando que el objetivo práctico y realista sobre el que trabajan es el retraso del envejecimiento. Ciertamente, para alcanzar este objetivo hace falta combinar ambas: Biotecnología e Inteligencia Artificial.
¿Estamos dispuestos a renunciar a los beneficios de la Biotecnología o de la IA? Seguro que no, al igual que ha ocurrido con cada nueva tecnología que ha creado el ser humano. Dado que los beneficios superan a los riesgos, su desarrollo y adopción es imparable.
Así como la estirpe Jedi- con sus poderes superiores- no fue puesta en cuestión en la saga de Star Wars y convivió con el Lado Oscuro de la Fuerza, el Lado Luminoso de IA y Biotecnología promueve su avance de forma imparable, de tal forma que hoy ya no podemos ni queremos entender el mundo sin ellas.